lunes, 8 de septiembre de 2014

Facundo López


Facundo López nació en Mendoza, el 12 de diciembre de 1977. Es profesor de Lengua y Literatura (UNCuyo). Sus poemas aparecieron en distintas revistas y antologías. En el 2009 ganó la Beca del Taller de Poesía del Fondo Nacional de las Artes, dirigido por Alicia Genovese, a partir del cual formo parte del colectivo Literario La Moledora de Carne. Ha publicado tres libros de poesía: en 2006, Mariposa sobre las cenizas (Libros de Piedra Infinita); en 2012, El monstruo (Libros de Piedra Infinita) y en 2013 Resonancias (En boca cerrada). El perro verde, se llama su último libro de poemas (inédito).

* * *

Parecido a otro
Soy el perro verde.
No sé pensar y hablar a un tiempo,
no sé decir eso que quieres en tu oído.
Hay algo en vos y en tu poca paz
que salta la noche y soy lo que vos;
una mueca de tu angustia
acostumbrada a lamerse sola
y a tragarse el miedo de no ser
parecido a otro.



El perro verde

El perro ha olvidado el lugar al que debe volver.

¿A dónde irá una vez suelto?

Le pesa la panza flaca
y va encorvado
con el paso que conoce.

El sol raja el cuero del bicho ajado
que se lame y sigue camino
con la lengua ardiente.

El perro intenta una canción que oyó a lo lejos.

Mi madre cae enmarañada en el pozo de su ombligo,
con tantos días de sed encima,
sobran sonidos y sílabas
y el nombre se vuelve impronunciable.

No sé quién soy, me llaman: el-perro-verde.

 Me levanto y corro a despertar del sueño
-¡He mordido la mano que me da de comer!
le grito a los rabiosos que me lanzan piedras.

¿A dónde irán los perros una vez sueltos?

Voy a excavar tu ombligo
hasta arrancarte el habla.
No sueltes mi mano durante el grito.

El perro desgarra y arrastra pedazos
de su propio cuerpo al agujero.

El perro ha olvidado el lugar a donde debe volver.

Antes de nacer esta no era mi cara
tu voz siempre ha sido esta luz
que soy y que no logro nombrar.

-Entré al sueño de noche a noche.

“En la palabra no hay camino
-dijeron-
conduce a ninguna parte
y eso no es final.

“Sal, si puedes”.

¿Dónde van ciertos perros?

Tu vida
no ofende mi olfato de perro
que ha oído aullar a la muerte
en la carroña tendida al costado de la ruta.
Decir muerte no llena los huecos del vacío.

Antes de nacer esta no era mi cara
“… voy a contarte una historia…”
es lo que traigo desde entonces.

El perro verde habla dos veces:

Conozco dos o tres palabras,
y con ellas no puedo
decir quién soy, ni explicar
qué es lo que busco.

¿Hacia dónde deben ir los perros sueltos?

Ahora habla  un poco más:

Soy una sumatoria de insignificancias
una vibración  más allá de inspirar y expirar
un perro verde a la sombra de cualquiera de mis nombres.

Ahora habla poco y va:

Como van los animales viejos
y hambrientos por saber
de lo que queda un poco más allá
de su paso
que muchas veces cambia y se hace lento
como una pregunta al camino
que se tiende con sus trampas a los perros
donde caen y no queda otra
que volver a la pregunta
para salir.

Con todos los muertos alojados
en el mismo domicilio
el perro asume

que pronto tendrá que mudarse.

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