Facundo López nació en Mendoza, el 12 de diciembre de 1977. Es profesor de Lengua y Literatura (UNCuyo). Sus poemas aparecieron en distintas revistas y antologías. En el 2009 ganó la Beca del Taller de Poesía del Fondo Nacional de las Artes, dirigido por Alicia Genovese, a partir del cual formo parte del colectivo Literario La Moledora de Carne. Ha publicado tres libros de poesía: en 2006, Mariposa sobre las cenizas (Libros de Piedra Infinita); en 2012, El monstruo (Libros de Piedra Infinita) y en 2013 Resonancias (En boca cerrada). El perro verde, se llama su último libro de poemas (inédito).
* * *
Parecido
a otro
Soy el perro verde.
No sé pensar y hablar a un tiempo,
no sé decir eso que quieres en tu oído.
Hay algo en vos y en tu poca paz
que salta la noche y soy lo que vos;
una mueca de tu angustia
acostumbrada a lamerse sola
y a tragarse el miedo de no ser
parecido a otro.
El perro verde
El perro ha olvidado el lugar al que debe
volver.
¿A dónde
irá una vez suelto?
Le pesa
la panza flaca
y va
encorvado
con el
paso que conoce.
El sol
raja el cuero del bicho ajado
que se
lame y sigue camino
con la
lengua ardiente.
El perro intenta una canción que oyó a lo
lejos.
Mi madre
cae enmarañada en el pozo de su ombligo,
con
tantos días de sed encima,
sobran
sonidos y sílabas
y el
nombre se vuelve impronunciable.
No sé
quién soy, me llaman: el-perro-verde.
Me levanto y corro a despertar del sueño
-¡He
mordido la mano que me da de comer!
le grito
a los rabiosos que me lanzan piedras.
¿A dónde irán los perros una vez sueltos?
Voy a
excavar tu ombligo
hasta
arrancarte el habla.
No
sueltes mi mano durante el grito.
El perro
desgarra y arrastra pedazos
de su
propio cuerpo al agujero.
El perro ha olvidado el lugar a donde debe
volver.
Antes de
nacer esta no era mi cara
tu voz
siempre ha sido esta luz
que soy
y que no logro nombrar.
-Entré
al sueño de noche a noche.
“En la
palabra no hay camino
-dijeron-
conduce
a ninguna parte
y eso no
es final.
“Sal, si
puedes”.
¿Dónde van ciertos perros?
Tu vida
no
ofende mi olfato de perro
que ha
oído aullar a la muerte
en la
carroña tendida al costado de la ruta.
Decir
muerte no llena los huecos del vacío.
Antes de
nacer esta no era mi cara
“… voy a
contarte una historia…”
es lo
que traigo desde entonces.
El perro verde habla dos veces:
Conozco
dos o tres palabras,
y con
ellas no puedo
decir
quién soy, ni explicar
qué es
lo que busco.
¿Hacia dónde deben ir los perros sueltos?
Ahora
habla un poco más:
Soy una sumatoria de insignificancias
una vibración más allá de inspirar y expirar
un perro verde a la sombra de cualquiera de
mis nombres.
Ahora
habla poco y va:
Como van
los animales viejos
y
hambrientos por saber
de lo
que queda un poco más allá
de su
paso
que
muchas veces cambia y se hace lento
como una
pregunta al camino
que se
tiende con sus trampas a los perros
donde
caen y no queda otra
que
volver a la pregunta
para
salir.
Con todos los muertos alojados
en el mismo domicilio
el perro asume
que pronto tendrá que mudarse.
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