domingo, 7 de septiembre de 2014

Marcelo Leites


Marcelo  Leites nació en Concordia, Entre Ríos, Argentina, en 1963.  Poeta y crítico literario. Publicó los libros de poemas: El margen de la aldea (Ediciones Río de los Pájaros, Concordia, 1992);  Ruido de fondo (Trópico Sur, Asunción del Paraguay, 2001); Tanque australiano (Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2007) y Resonancia de las cosas (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2009). Además, los ensayos: Cuatro poetas entrerrianos (Editorial de la Universidad de E. Ríos, 2004); Percepción de la música (Ed. Fondec, antología colectiva, 2005) y La música de la poesía (antología colectiva,  Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2012).
Coordina Talleres de lectoescritura en su ciudad natal desde 1992; ha leído su obra en encuentros literarios, nacionales e internacionales. Fue miembro del jurado en los Juegos Florales de Poesía del Rowing Club de Paraná (Entre Ríos) en 2007; del Certamen Luis de Filippo, organizado por la Asociación Santafesina de Escritores (ASDE) y del Salón del Poema Ilustrado, en Paraná; en 2012. Integra desde el año 2006, el consejo Editorial de la página web Autores de Concordia donde se publican autores de su ciudad y pueden leerse algunos de sus poemas, como también  una antología de las voces entrerrianas más representativas, en la Sección Rescates, que dirige.
Seleccionó y prologó la antología de poesía entrerriana Las nuevas voces de Entre Ríos, editada por la página web Poéticas, en marzo de 2008. Fue publicado en diversos sitios virtuales, entre ellos, los blogs Las Elecciones Afecivas y Otra Iglesia es Imposible. Sus  poemas también aparecen en el Nº29 (Verano 2008) de la revista El poeta y su trabajo, que dirige en México, el poeta Hugo Gola y en la revista también mexicana Blanco Móvil Nº124, del 2013, dedicada a poetas y narradores del interior de la Argentina, entre otras publicaciones.  
Administra la Biblioteca de Marcelo Leites, un blog antológico de poesía universal. Es colaborador de la revista virtual Poesía Argentina, donde publicó Tigre y Caramelo, una selección de la poesía joven entrerriana, con prólogo de su autoría; además de reseñas diversas, rescates y ensayos, como Poesía y estilo, entre otros.          
Otras actividades: actor, director y adaptador de numerosas obras de teatro estudiantil y vocacional, entre las que se menciona: Otelo y Hamlet de Shakespeare; El tiempo y los Conway, de Priestley; El pan de la locura, de Carlos Gorostiza y El complejo de Filemón de Jean Bernard-Luc.
Dirección electrónica:  leitesmargen@hotmail.com.

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Tanque australiano

X

Quietud aún inquieta.
Quietud de las cosas.
Inquieto el ojo traduce
un estado de reposo,
un estado de total simplicidad
(que cuesta simplemente todo).
El tanque australiano es argentino,
el tanque no es de guerra
sino de agua.
El ojo percibe más que la mente.
Antes, en el principio estaba
el tanque con su agua pródiga,
pero nadie lo veía.
Ver significa detenerse,
olvidarse de vivir,
y quedarse ahí, dentro del tanque
para siempre.

(de Tanque australiano, Gog y Magog, 2009)


Lombriz

Protegida por la oscuridad, 
húmeda recorre el suelo
debajo de todas las cosas.
Ignora lo que ocurre en la tierra 
y en otros planetas del espacio.
No ha visto nunca las estrellas,
ni el perro que  le orina encima.
Ciega a sus anillos no sabe 
que sus túneles oxigenan 
las plantas del jardín,
del asco de la nena  cuando
corta una rosa y la descubre 
confundida en un pétalo caído 
una noche cualquiera.
                                      Tampoco sabían los chinos
                                  que la muralla sería la única obra
                                      humana visible desde la luna,
                                  sólo supieron de las generaciones 
                                  de hombres que se morían mientras 
                                                 la  construían.

Los animales no necesitan 
conocimientos para sobrevivir.
La lombriz tampoco.
Con el instinto le basta.
Toca con sus patas el agua 
de la regadera de jardín
que una señora le arroja
desde el mundo de arriba 
y se escabulle de la luz
y de las heladas.
Muere en la boca del pescado
pero se reproduce incesante:
ciega, solitaria, tenaz ,  
fecunda la tierra.

(de Resonancia de las cosas, Ediciones en Danza, 2009)


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